A veces mi mente vuela lejos, pasa el océano, aterriza en Venezuela y en un abrir y cerrar de ojos son muchísimas personas y recuerdos los que pasan por mi mente.

Con frecuencia mis recuerdos me hacen llegar a Margarita, mi isla bonita, esa que me regalo mil oportunidades nuevas: reinventarme y redescubrirme como persona y como enamorado de lo nuestro.

Me paseo por mi escuela de cocina, ese espacio infinitamente lleno de paz y cargado de conocimientos, aromas y sabores. Literalmente un mundo paralelo, un lugar único en el que, por más preocupaciones que llevases, al cruzar su puerta algo te llenaba de paz y ganas de seguir inventando sueños posibles.

Cada mañana cuando iba a clase, con el uniforme que al inicio era incómodo y luego pasó a ser parte de mi vida, estacionaba mi carro en la plaza de la Asunción y no podía pasar por alto la tentación de comerme las mejores empanadas del mundo hechas por las manos maravillosas de la señora Enerida, esas manos que en cada marca contaban una historia y que no era difícil que ella misma te relatara mientras amasaba o freía.

Recuerdo que le preguntaba como hacía para que le quedaran tostaditas en las orillas o que el guiso del cazón fuera así de perfecto en textura y sabor, sin dejar de lado su color imponente. Mil cuentos y técnicas siempre contaba. Era una especie de clase de cocina desde lo mas profundo de sus conocimientos obtenidos en la universidad de la vida.

Ayer mientras preparaba unas empanadas de cazón para las fotos de la página, con un pescado que aquí en Italia se llama palombo, mi mente no se separó ni un momento de aquella plaza y aquel puesto de empanadas. Ver el resultado me hacía sentir feliz, morder una empanada de cazón en Italia y viajar un montón de kilómetros en cada mordisco me hizo reafirmar mi compromiso de llevar nuestros sabores a quienes no los conocen.

La cocina venezolana merece ser conocida en todo el mundo, es riquísima y especial, es un mundo de historias detrás de cada plato, un mundo de gente detrás de cada receta, es Venezuela en cada mordisco.